El eslabón perdido/olvidado de las renovables
El gran éxito del desarrollo de las tecnologías eólica y solar en España, tiene un eslabón perdido u olvidado según como se mire. Este eslabón no es otro que la generación de riqueza en base a democratizar la generación de energía, pieza clave para hacer la REVOLUCIÓN energÉTICA necesaria para afrontar la emergencia climática.
El éxito de las renovables fue debido sobre todo a las políticas de desarrollo tecnológico, conocidas como Feed-In-Tariff (FIT), y que fueron abolidas por la presión de las empresas, que conforman el oligopolio eléctrico, sobre los gobiernos de la época, implantando el sistema de subastas que solo beneficia a quienes tienen el músculo económico para asumir los riesgos que las subastas comportan.
Las políticas FIT en Alemania fueron diseñadas para que la sociedad en su conjunto se beneficiara, no solo ecológica sino también económicamente, del hecho de utilizar las tecnologías renovables para captar, transformar y utilizar la energía contenida en los flujos biosféricos. Y ello se ha traducido en una masiva participación ciudadana que ejerce responsablemente su derecho a la apropiación social de las tecnología.
Ya a finales de 2016, de los 100,3 GW renovables funcionando en Alemania, un 42,5 % estaban en manos de la ciudadanía y solo un 5,4% estaban en manos de la 4 grandes empresas eléctricas. El resto estaban en manos de fondos de inversión, pequeñas empresas eléctricas locales, empresas de diversos sectores. Y si en el año 2001 había solo 66 cooperativas ciudadanas de energía, ya en 2015 habían llegado a 1.000.
Ello fue posible en Alemania por la existencia de líderes políticos visionarios como Hermann Scheer y Hans-Josef Fell, que desde el Bundestag fueron capaces de materializar una firme voluntad de desarrollo tecnológico al servicio de la sociedad. Nos lo dejó escrito Hermann Scheer: “La revolución tecnológica no se da solo por la técnica en sí misma, sino por las personas que aprovechan las nuevas posibilidades que ofrece la técnica. De una innovación técnica surge un movimiento social. Se puede impulsar desde arriba. Pero el despliegue masivo se hace desde abajo. La revolución energética se basa en el establecimiento de múltiples nuevos hechos sin pedir permiso a los titulares de las estructuras energéticas existentes”.
En España, no existen prácticamente proyectos colectivos promovidos por la ciudadanía: en eólica el pionero y único (por el momento) proyecto Vivir del aire del cielo) y solo algunos en solar fotovoltaica (promovidos por Aesol – hoy Acciona Solar -, principalmente en Navarra y algunos promovidos por Ecooo y Som Energía).
La forma como se ha legislado las renovables en España ha tenido como resultado que prácticamente todos los proyectos están en manos de quienes disponen de capital o tienen acceso fácil a él. Como consecuencia, y a diferencia de muchos países europeos donde la ciudadanía tiene parte activa en la generación renovable, la participación ciudadana en proyectos renovables en nuestro país es casi inexistente. Este es justamente el eslabón perdido u olvidado de las renovables.
La causa de ello es la práctica habitual de una economía puramente extractiva (pues no suele tener ninguna relación con las personas que habitan en el entorno donde se instala el proyecto), herencia del pasado siglo y que debería ser superada a lo largo del siglo 21.
¿Como se puede reconducir la situación? Sugiero que se plantee abiertamente que toda autorización de nuevo proyecto renovable deba ir precedida de una oferta de participación a las personas del entorno donde se vaya a instalar el proyecto.
Democratizar el sistema energético, significa crear el marco político y administrativo que permita y facilite la participación activa de la ciudadanía. Y no solo en proyectos de autogeneración doméstica o familiar. ¿Será capaz el nuevo gobierno español de recuperar el eslabón perdido u olvidado en el desarrollo de las renovables, creando las condiciones para que surjan proyectos colectivos de generación con tecnologías renovables?
Pep Puig i Boix
El gran éxito del desarrollo de las tecnologías eólica y solar en España, tiene un eslabón perdido u olvidado según como se mire. Este eslabón no es otro que la generación de riqueza en base a democratizar la generación de energía, pieza clave para hacer la REVOLUCIÓN energÉTICA necesaria para afrontar la emergencia climática.
El éxito de las renovables fue debido sobre todo a las políticas de desarrollo tecnológico, conocidas como Feed-In-Tariff (FIT), y que fueron abolidas por la presión de las empresas, que conforman el oligopolio eléctrico, sobre los gobiernos de la época, implantando el sistema de subastas que solo beneficia a quienes tienen el músculo económico para asumir los riesgos que las subastas comportan.
Las políticas FIT en Alemania fueron diseñadas para que la sociedad en su conjunto se beneficiara, no solo ecológica sino también económicamente, del hecho de utilizar las tecnologías renovables para captar, transformar y utilizar la energía contenida en los flujos biosféricos. Y ello se ha traducido en una masiva participación ciudadana que ejerce responsablemente su derecho a la apropiación social de las tecnología.
Ya a finales de 2016, de los 100,3 GW renovables funcionando en Alemania, un 42,5 % estaban en manos de la ciudadanía y solo un 5,4% estaban en manos de la 4 grandes empresas eléctricas. El resto estaban en manos de fondos de inversión, pequeñas empresas eléctricas locales, empresas de diversos sectores. Y si en el año 2001 había solo 66 cooperativas ciudadanas de energía, ya en 2015 habían llegado a 1.000.
Ello fue posible en Alemania por la existencia de líderes políticos visionarios como Hermann Scheer y Hans-Josef Fell, que desde el Bundestag fueron capaces de materializar una firme voluntad de desarrollo tecnológico al servicio de la sociedad. Nos lo dejó escrito Hermann Scheer: “La revolución tecnológica no se da solo por la técnica en sí misma, sino por las personas que aprovechan las nuevas posibilidades que ofrece la técnica. De una innovación técnica surge un movimiento social. Se puede impulsar desde arriba. Pero el despliegue masivo se hace desde abajo. La revolución energética se basa en el establecimiento de múltiples nuevos hechos sin pedir permiso a los titulares de las estructuras energéticas existentes”.
En España, no existen prácticamente proyectos colectivos promovidos por la ciudadanía: en eólica el pionero y único (por el momento) proyecto Vivir del aire del cielo) y solo algunos en solar fotovoltaica (promovidos por Aesol – hoy Acciona Solar -, principalmente en Navarra y algunos promovidos por Ecooo y Som Energía).
La forma como se ha legislado las renovables en España ha tenido como resultado que prácticamente todos los proyectos están en manos de quienes disponen de capital o tienen acceso fácil a él. Como consecuencia, y a diferencia de muchos países europeos donde la ciudadanía tiene parte activa en la generación renovable, la participación ciudadana en proyectos renovables en nuestro país es casi inexistente. Este es justamente el eslabón perdido u olvidado de las renovables.
La causa de ello es la práctica habitual de una economía puramente extractiva (pues no suele tener ninguna relación con las personas que habitan en el entorno donde se instala el proyecto), herencia del pasado siglo y que debería ser superada a lo largo del siglo 21.
¿Como se puede reconducir la situación? Sugiero que se plantee abiertamente que toda autorización de nuevo proyecto renovable deba ir precedida de una oferta de participación a las personas del entorno donde se vaya a instalar el proyecto.
Democratizar el sistema energético, significa crear el marco político y administrativo que permita y facilite la participación activa de la ciudadanía. Y no solo en proyectos de autogeneración doméstica o familiar. ¿Será capaz el nuevo gobierno español de recuperar el eslabón perdido u olvidado en el desarrollo de las renovables, creando las condiciones para que surjan proyectos colectivos de generación con tecnologías renovables?
Pep Puig i Boix